En una colmada Plaza de San Pedro, el papa León XIV advirtió que la mayoría de las víctimas de la invasión de Israel a la Franja de Gaza son niños.
En su segunda Audiencia General en la Plaza de San Pedro desde que fue elegido como pontífice, el papa León XIV centró su mensaje en la parábola del buen samaritano y reclamó un inmediato alto el fuego en Ucrania y Gaza. "Que se liberen a todos los rehenes", pidió el sumo pontífice y exigió "el pleno cumplimiento del derecho humanitario".
“Mis pensamientos fueron frecuentemente al pueblo ucraniano. Aseguro mi cercanía y oración por todos, en especial por los niños y sus familias”, afirmó León XIV e insistió en la necesidad de detener la guerra.
“Pido a todos que se unan en oración por la paz en Ucrania y en todas partes en donde sople el viento de la guerra”, agregó.
El Papa evocó también con angustia la situación en Gaza, donde la cruenta invasión israelí ya dejó más de 54 mil muertos, en su mayoría mujeres y niños. "Desde la franja de Gaza se eleva cada vez más al cielo el llanto de las mamás y de los papás. Que estrechan los cuerpos sin vida de los niños y que están continuamente obligados a ir a otros sitios en busca de alimentos ante los bombardeos”, advirtió.
"Renuevo mi llamamiento a los responsables: que cese el fuego. Que se liberen todas las personas privadas de la libertad con su derecho humanitario", insistió.
Sobre el ofrecimiento de El Vaticano como sede para nuevas negociaciones entre Ucrania y Rusia, el secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, dijo que “no se trató de una mediación, porque la mediación debe ser pedida por las partes” y que solo hubo “una oferta de disponibilidad para acoger una posible reunión”.
Y contó que la propuesta, que fue rechazada por Rusia. “No importa dónde se celebren las negociaciones entre rusos y ucranianos que todos esperamos. Lo que realmente importa es que esta negociación finalmente pueda comenzar, porque es urgente detener la guerra”, dijo y advirtió que "en primer lugar, es urgente una tregua para poner fin a la devastación, a las ciudades destruidas, a los civiles que mueren. Y luego es urgente llegar a una paz estable, justa y duradera, por tanto, aceptada y consensuada por ambas partes”.
El Papa León XIV centró su mensaje en la parábola del buen samaritano y exhortó a los fieles a cultivar una compasión que no se limite al ámbito religioso, sino que surja de una humanidad compartida.
“Antes que una cuestión religiosa, ¡la compasión es una cuestión de humanidad! Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos”, aseguró ante una colmada Plaza de San Pedro.
En ese sentido el Papa criticó también la lógica de la prisa, que impide involucrarse con el dolor ajeno. "La prisa, tan presente en nuestra vida, la que muchas veces nos impide sentir compasión. Quien piensa que su viaje debe tener la prioridad, no está dispuesto a detenerse por otro”.
Refiriéndose directamente al personaje de la parábola, afirmó: “La religiosidad aquí no tiene nada que ver. Este samaritano se detiene simplemente porque es un hombre ante otro hombre que necesita ayuda”.
Y subrayó que la ayuda auténtica requiere cercanía y compromiso: “Si quieres ayudar a alguien, no puedes pensar en mantenerte a distancia, tienes que implicarte, ensuciarte, quizás contaminarte. (…) Solo se ayuda de verdad si se está dispuesto a sentir el peso del dolor del otro; (…) el otro no es un paquete que hay que entregar, sino alguien que hay que cuidar”.